-¡Ya puedo respirar libremente... ya me encuentro en mi verdadera atmósfera ! Sólo aquí, en este lugar de mis predilecciones, en mi quinta abacial, tan llena de encantos y de misterio, puedo calmar en parte la inquietud que me devora el alma... ¡pero, qué inquietud, Dios mío ! -¿Tu quinta has dicho... ? Nunca he sabido... ©Electre 2025