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Uno de los espacios que albergó buena parte de la dramaturgia de Pedro Calderón de la Barca fue el Coliseo del palacio del Buen Retiro. Fue en este lugar de entretenimiento de los reyes que se representó, en julio de 1661, la comedia mitológica Eco y Narciso.
Eco y Narciso es una reelaboración poética de la literatura clásica que no sigue fielmente la historia de los mitos. Calderón transformaba y manipulaba los argumentos y las acciones para ajustarlas a su interés dramático.
Calderón dramatiza el mito de Eco y Narciso a partir, sin duda, de la versión de las Metamorfosis (III 339-510) de Ovidio, a la que es bastante fiel, a excepción de una serie de elementos, como el tratamiento que se hace del personaje principal.
El Narciso calderoniano no es inicialmente el joven arrogante que dibujara Ovidio, sino un joven ingenuo, dependiente de su madre. También el espacio de la acción no es la Beocia de Ovidio, Calderón en este caso elige la Arcadia de Virgilio.
En Eco y Narciso Calderón de la Barca relata la historia de Narciso. En la mitología griega, Narciso es un hermoso joven, hijo del dios del río Cefiso y de la ninfa Liríope. Al nacer, sus padres consultaron al adivino Tiresias que dio el siguiente veredicto:
Vivirá hasta viejo si no se contempla a sí mismo.
Todos se enamoraban de Narciso, pero él los rechazaba. Entre las jóvenes prendadas por él estaba la ninfa Eco, quien había disgustado a Hera y había condenada por ésta a repetir las últimas palabras de lo que se le dijera. Eco en consecuencia no podía hablarle a Narciso de su amor.