En la cueva de Le Guen, cerca de la playa, al oeste de Marsella, se encuentran las primeras pinturas humanas conocidas. Entre ellas destaca la representación de una mano con tres dedos, que desde hace años es objeto de controversia arqueológica. Es una señal de caza prehistórica? Es un símbolo místico para invocar a los espíritus? O es, como muchos expertos opinan, la prueba de una mutilación ritual llevada a cabo por chamanes? El Cazador, el responsable de una serie de crímenes que han causado el escándalo en la ciudad de Marsella, así lo cree. Asediado por voces interiores e inhumanas, que lo exhortan a mutilar y asesinar a sus víctimas, descuartiza sus cadáveres y firma sus actos con la marca de una mano de tres dedos. El comisario Michel de Palma, de la brigada de homicidios de Marsella, es el encargado de investigar la misteriosa muerte de la historiadora Christine Autran, la que es en apariencia la primera víctima del Cazador. Lo que descubre de Palma, un experto en psicópatas y asesinos en serie, es la conexión entre el caso actual y una muerte acontecida un año atrás. Autran estaba llevando a cabo un estudio de la cueva de Le Guen, de modo que el comisario querrá iniciar la investigación en la universidad de Aix-en-Provence. Sin embargo, la camarilla de profesores de prehistoria con los que se topa es tan difícil de descifrar como el significado de las pinturas rupestres de la cueva. Cuanto más se acerca el comisario a la verdad, más cierran filas los académicos. Lentamente, y cada vez más solo, de Palma empieza a esclarecer un misterio que tiene su origen en la era glacial.