Son las cinco de la mañana y aun es de noche; unos soldados llaman a la puerta de casa y te comunican lo que ya temías: tu hijo ha muerto defendiendo la tierra de Israel y ahora eres la madre de un joven que ya no es, que no será"Para ahuyentar esta visita, Ora, una mujer madura que ha tropezado más de una vez en el dolor, decide dejar su hogar y andar sin rumbo fijo por los campos que rodean Jerusalén, porque intuye que mientras ella camine su hijo Ofer estará a salvo. Esta madre desesperada y terca lleva consigo una mochila cargada de recuerdos y arrastra a Avram, un hombre que volverá a compartir con ella palabras y emociones de esas que calan hondo. El trayecto es largo y el tiempo parece dilatarse para que todos conozcamos la verdadera historia de Orah y Avram, la manera en que se conocieron y el hilo que los une a Ofer, pero vale la pena caminar con ellos, pues al acabar estas páginas nos habremos comido la vida entera de un hombre y una mujer extraordinarios aun en su mediocridad. La piedad de Grossman y su talento de gran narrador han hecho el milagro: su dolor se ha volcado en una novela que va a marcar el rumbo de la literatura de este siglo.